Arendt tuvo que lidiar toda su carrera con adjetivos como "antisemita", cuando en realidad ella era de ascendencia judía. Su obra hizo ver a las víctimas del holocausto como criminales de guerra, cuando no hacía ni 20 años que habían sido objeto de un intento de exterminación.
Con ese ensayo se pusieron las cartas sobre la mesa. Corría 1961. En este mismo año, Stanley Kramer publicaba su película Los juicios de Nuremberg, traducida en España como ¿Vencedores o vencidos? Esta película se centra en los juicios por parte del Tribunal de Estados Unidos a los que fueron jueces durante el gobierno de Hitler. Profesionales que tuvieron que someter sus criterios al "bienestar" del régimen. El juicio (entre noviembre y octubre del 45 y 46) fue un ajuste de cuentas más propio de la época romana que de la edad contemporánea. Muchos de los acusados acabaron en la horca.
Arendt decía sobre Eichmann que no se estaba juzgando a un hombre, se estaba juzgando al nazismo. Con los Juicios de Nuremberg, la ley se dejó de lado para hacer justicia, un terrible error. Y en eso, el film de Kramer es muy fiel a la realidad que se vivió, a hombres de segunda fila que sufrieron todas las consecuencias.
La película salió el mismo año que la novela. ¿Coincidencia? El mismo año que se es crítico con el mundo judío, sale una película que hace ver que ese error ya había existido antes. En 1961 sale a la luz Nuremberg a través de una película de un productor estadounidense y judío.
El Lobby judío en EEUU es de unas magnitudes enormes, capaz de presionar para que se grabe una película que responda a las críticas de un mal juicio. Y que mejor respuesta que otro mal juicio. Y el cine un instrumento que en ocasiones toma forma de arma.